Los cristianos sabemos salir del miedo desde la confianza en Dios.

El miedo nos paraliza. No nos deja descubrir nuevas oportunidades. Nos hace encerrarnos en nosotros mismos y buscar falsas seguridades que nos van alejando cada vez más de la realidad. Además, nos hace creer que no somos aptos y no tenemos capacidad para realizar nuestro trabajo. Y, por último, el miedo en su estado más avanzado nos lleva a la depresión de perder nuestra autoestima.

Jesús en la biblia invitaba a sus discípulos a que no tuvieran miedo y fueran valientes y firmes en mostrar el Reino de Dios. Incluso cuando los discípulos estaban encerrados en sus casas por miedo a los judíos, Jesús se les manifiesta en su esplendor y les saca de ese letargo.  El miedo en si no es malo pues esta unido a la supervivencia, pues si nos vemos amenazados se activa y nos hace prevenir de no cometer una locura. Pero aquí no hablo de este tipo de miedo sino de aquel que no nos deja vivir una vida en paz y plena como debería ser.

Sigamos, Jesús quiere que todos vivan en paz. Sientan ese estado y saquen lo mejor de sí. Para ello nos habla de que hay que poner nuestra confianza más profunda en Dios. Podemos sacar el primer paso para salir del miedo. Aceptemos nuestro miedo y se lo pongamos a Dios. Confiemos en Él.

Cuando los discípulos estaban encerrados por miedo a los judíos o cuando la gente estaba preocupada con que van a comer o vestirse… Nos invita a enfrentar nuestros propios miedos. No estamos solos, tenemos al Espíritu defensor. Salir de nuestra falsa seguridad es fundamental para descubrir que podemos hacer muchas cosas de las que no creíamos.

Por lo tanto, es importante la aceptación y el enfrentamiento, pero esto no se sustentaría sin la confianza en Dios. Sintamos la presencia de Dios en nuestras vidas y para sentirlo hay que hacer un alto en el camino. Busquemos momentos y espacios para la oración. En ella hallaremos su presencia.

Y por último a medida que pasa el tiempo descubriremos que el miedo ha desaparecido de nuestras vidas y que nos hemos preparado para vivir una vida acorde a como quiere Jesús. Una paz que se fundamenta en la confianza de Dios y que nos hace sacar lo mejor de nosotros mismos.

El miedo del que hablamos se puede vencer. Los cristianos, como se hacia la pregunta San Pablo ¿Quién nos separa del amor de Dios? Tenemos el mejor antídoto para vencerlo y vivir una vida plena. Dios esta con nosotros. Sintamos su presencia y pongámosle toda nuestra existencia.

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