En nuestro tiempo muchas personas se sienten solas. Y es que de lo que vamos hablar hoy es de la acogida. Ella no es solo dejar a una persona que duerma o coma en tu casa. Queremos hablar de aquella que además el acogido se sienta valorado y sobre todo como nos enseñó Jesús amado.
La parábola que nos define muy bien la acogida es cuando a Jesús le preguntan quién es mi prójimo. Es la parábola del buen samaritano. Un desconocido que necesita ayuda y que uno hace un alto en el camino de su vida y sale de sí mismo para ayudarlo podría ser un buen resumen. Por lo tanto, ya podemos sacar un aspecto muy importante. Sales de ti mismo y vas al encuentro del otro para ayudarlo. Otro aspecto que nos enseña la parábola es el tiempo. El buen samaritano tendría su trabajo, pero lo deja aparte. Hoy una de las palabras que más escucho es “No tengo tiempo” y aquí entra una pregunta ¿Qué es lo más importante? Por desgracia la experiencia también me enseña que detrás esta un poco el no complicarse la vida. Entiéndame esto, como seguir en mi espacio de confort. Y, es que cuando acoges a alguien sales de este espacio y te involucras. Como cristianos Jesús nos llama a salir de nuestro espacio y dedicar el tiempo que necesite el otro. Y vallamos un poco más en esta pequeña reflexión. El buen samaritano gasta dinero de lo suyo. Nadie le obliga, pero de su sudor que tanto le ha costado ganar esas monedas lo pone para que al herido que ni siquiera lo conoce se cure. Acoger a una persona es gratuidad. Dar al otro de tu propio esfuerzo para que se sienta bien y acogido. Y, por último, la acogida se concretiza en esta parábola en la preocupación de que el herido se sienta bien atendido. Y esto en la parábola va mucho más allá. Podría haberle dejado en la posada y no saber nada más de él. Pero no pone ningún límite, todo lo que necesite se lo pagara a la vuelta y además le visitara a ver como esta. Maravilloso. Ojalá nos encontráramos con personas así. O mejor que nosotros vivamos la hospitalidad con el otro así. Con esa delicadeza que el samaritano tuvo con su prójimo. Con ese amor que Jesús expresaba en sus acciones acogiendo a los que se sentían despreciados. Aprendamos y vivamos la acogida, pues somos seres relacionales que dependemos unos de otros.