Mi primera reflexión me gustaría escribir sobre la fe. Ella nos hace vivir la vida de una manera más segura sintiendo una paz ante las contrariedades de la vida. En mi experiencia, la fe nos es heredada. La recibimos en el hogar de la infancia, en el colegio, en la vivencia de un amigo, en el contacto con la parroquia… Esa fe la recibimos como una semilla que se planta en nuestro interior. Ella va creciendo si encuentra el espacio ideal. Y para mi ese espacio fue como vivían unos frailes agustinos. Ello dio pie que a lo largo de los años halla ido profundizando cada vez más en como Dios actúa en mi vida.
Nos han enseñado que la fe es confiar plenamente en Dios. Y en mis adentros me venía el pensamiento de que El eliminaba mi voluntad, pues si Él lo hace todo ¿Qué hago yo? No se si os ha venido a ustedes este pensamiento. Esto me hacia limitar mi relación con el Señor. Y esto que sentía lo ponía en oración hasta que fue escuchada. La fe en Dios no es unilateral. Sino que es un encuentro. En el hay un compartir mutuo donde impera el amor. Ello lleva a Dios a que en tu interior te ponga sentimientos, pero no a la fuerza, sino que te da la libertad de acogerlos o no. Cuando los aceptas descubres que te sientes a gusto. Estas en paz. Ellos te llevan siempre a desprenderte de ti mismo e ir al encuentro del prójimo.
La fe sin la oración esta muerta. Y es una verdad que hemos escuchado muchas veces y que por desgracia yo la he experimentado. Momentos en la vida que pasamos por momentos en los que dejamos a Dios a un lado. Pero a la vez es maravilloso como Dios actúa y nos pone las ganas de querer estar con Él. Me viene a la mente la parábola del hijo prodigo como el Padre siempre tenia en sus pensamientos a su hijo y el hijo cuando se dio cuenta de cuanto necesitaba al Padre y con qué amor lo acogió. Por ello hablar de oración es tener un encuentro intimo con Dios. En este espacio nos fortalecemos y nuestra mente se hace más lucida. Sabemos lo que queremos. Hablo en plural por que seguro que no solo yo ha experimentado esta vivencia. Sin oración no hay fe.
El apóstol Santiago decía que la fe sin obras esta muerta. Las obras son un reflejo de la cercanía con Dios. Jesús dice que somos la luz del mundo. Cuantas personas a lo largo de nuestra vida por medio de sus obras han sido ejemplo para nosotros. Es bueno siempre analizar las obras que realizamos. A mi me ayuda mucho tener un diario. Me lo enseñaron en el seminario menor y en el uno se descubre de una manera más profunda.
Termino esta reflexión con el dicho de Jesús: "Les aseguro que, si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: "trasládate de aquí para allá", y se trasladara. Para ustedes nada será imposible." Tenerla es sinónimo de autoestima, fortaleza y sobre todo ante las contrariedades de la vida vivir en paz. Y ello se debe, como hemos dicho, a sentir a Dios de una manera tan real que lo muestra poniendo en nuestro interior ese deseo de querer estar con Él. Cuando uno esta con Él la manera de ver la vida es distinta: Se vive con esa paz interior que te hace afrontar la vida sin caer en la desesperación. Te acerca al prójimo deseándole el bien aunque te haya tratado mal y vives el presente con la alegría de que has encontrado sentido a tu existencia y te proyecta a ver el futuro de una manera muy optimista.