Padre Carlos Uncategorized VIGÉSIMO OCTAVO DOMINGO ORDINARIO

VIGÉSIMO OCTAVO DOMINGO ORDINARIO

DOMINGO VIGÉSIMO OCTAVO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1ªLct.:Sb.7,7-11:En comparación de la sabiduría tuve en nada la riqueza.

Sal.89,12-13.14-15.16-17:Sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

2ªLct.:Hb.4,12-13:La Palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón

Evangelio: Mc.10,17-30:Vende lo que tienes y sígueme

 

El autor sagrado de este fragmento del libro de la Sabiduría, elogia este atributo de Dios , don o elevada cualidad que puede acompañar al hombre en el desarrollo de su vida existencial. Este don o cualidad, esta riqueza personal, superior a todas las riquezas, superior incluso a la salud y a la belleza es “como una luz porque su resplandor no tiene ocaso”.

Señala el autor sagrado una primer actitud que ha de tener el sabio: ”suplicar” para obtener prudencia, invocar “…y me vino el espíritu de sabiduría”.

Ante el escaparate de bienes, deseos, ofertas, inclinaciones que pretenden ocupar la atención humana para hacerla feliz, no es fácil hallar el “camino de la sensatez”, del buen juicio y del sentido.

Así que en esta pugna interior de deseos y anhelos atractivos y al mismo tiempo contradictorios que pretenden ofrecer a nuestro corazón la felicidad plena, es preciso la plegaria, la suplica vigorosa y sentida: “enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato” ”sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo”

. El sannyasi(devoto musulman) había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:¡La piedra¡¿la piedra¡¡Dame la piedra preciosa¡

-¿Qué piedra?,preguntó el sannyasi.La otra noche y se me apreció en sueños el Señor Shiva, dijo el aldeano y me aseguraría que si venía al anochecer a las afueras de la aldea entraría a un sannyasi que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre

El sannyasi rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra.”Probablemente se refería ésta, dijo mientras entregaba la piedra al aldeano”.

“La encontré en un sendero del bosque hace unos días .Por supuesto que puedes quedarte con ella. El hombre se quedó mirando la piedra con asombro.¡Era un diamante¡ Tal vez el mayor diamante del mundo pues eran tan grande como la mano de un hombre.

Tomó el diamante y se marchó. Pasó la noche dando vueltas en la cama totalmente incapaz de dormir. Al día siguiente al amanecer fue a despertar al sannyasi y le dijo:”DAME LA RIQUEZA QUE TE PERMTIE DESPRENDERTE CON TANTA FACILIDAD DE ESTE DIAMANTE”.

 Sabiduría, sabor, gusto por la vida con la que me vinieron todo s los  bienes juntos”, en sus manos riquezas incontables .Entonces se cumple la palabra del evangelio. :”Busca el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se te dará por añadidura” 

El fragmento de la Carta a los Hebreos nos sitúa ante la Palabra de Dios “viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu coyunturas y tuétanos”.

Esta Palabra le pide al creyente también una actitud madura, sin repliegues ni arreglos interesados y egocéntricos, ni manipulaciones. Pide transparencia y sinceridad pues “nada está oculto a los ojos de Aquel a quien hemos de rendir cuentas”

Es verdad que el señor es paciente y prudente, caballeroso, que no entra alborotando y violando la conciencia pero sí que reclama: ”mira que estoy a la puerta y llamo”(Apoc.) y que S.Agustín glosa: ” Timeo Iesum transeuntem» (Serm., 88, 14, 13), «tengo miedo de que el Señor pase» y esté distraído.

El fragmento del evangelio que hemos escuchado nos centra aún más en el camino de la sabiduría y de la felicidad. Se acerca un joven rico a Jesús que busca la felicidad e intuye que este hombre Jesús es portador de una respuesta a su pregunta radical:¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna?¿Cómo llegar a ser verdaderamente feliz?

Jesús le da una orientación: mira, sé honrado, justo, bueno mírate en el espejo de los mandamientos…Pero sí eso ya lo cumplo¡¡Un paso más y Jesús le envía al hondón de su corazón:” Vende ,lo que tienes, dalo a los pobres y luego sígueme”. Esto lo hizo Antonio, el padre de los monjes y francisco de Asís que provocó una revolución y movimiento espiritual con  las orden franciscana tan vital para la renovación de la iglesia medieval.

Jesús se presenta a aquel joven como maestro bueno, dador de todos los sentidos, como la riqueza por excelencia.Sígueme.

Pero aquel joven era rico y la riqueza tiraba de su vida, se sintió pesaroso pero se fue. Jesús alecciona a sus apóstoles: qué difícil a a ser a los ricos entrar en el Reino de los cielos

Circula por ahí un librito “El monje que vendió su Ferrari” que narra el cabio de vida de un famoso abogado después de un infarto de corazón:”Ya no haré cosas de las que no esté verdaderamente convencido”. No es que Dios esté contra los bienes y las riquezas que ha creado. Jesús advierte a los que ponen su confianza en el dinero y se construyen su “propio” “dios”. La clave en nuestra vida es :”Compartir”. Y lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.

Y también entonces Pedro reivindica: ¿y a nosotros que te seguimos qué nos vas a dar?…Jesús le responde :¡Pedro…todo: familia, amigos, bienes…”con persecuciones”.. y la vida eterna…Y además: Yo, Jesús que soy el Señor. Yo soy tu riqueza,¿ no te parece?. Bueno, Pedro, amigos ¡Sígueme¡¡¡.Y verás.

Señor, que tu gracia nos preceda y acompañe para obrar el bien. La Eucaristía celebrada con amor nos lleve a la gloria del cielo. Alimentados con el cuerpo y la sangre de Jesús nos haga partícipes de su divinidad.

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