DOMINGO SEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO-
1ªLcrt:Jer.17,5-8:Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor
Sal.1,1-2-3-43- y 6: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
2ª1ª Lct.Co.15,12.16-20: Si Cristo no ha resucitado vuestra fe no tiene sentido
Ev.:Lc.6,17.20-26: Dichosos los pobres;¡ay de vosotros los ricos¡
El profeta Jeremías lamenta y condena la situación moral del hombre que confía en sí mismo, en su propia carne(impulsos, sentimientos, emociones decisiones)apartando su corazón del Señor de la vida, de las insinuaciones u orientaciones que le da el Espíritu del Señor. Se convierte así en uno árido desierto, en tierra salobre(de sal) e inhóspita(inhabitable).
Al mismo tiempo el profeta elogia y enaltece la condición o situación moral del hombre que “pone su confianza en el Señor” y actúa movido no por sus propios impulsos o deseos incolmables sino por el criterio de Dios que le ayuda atemperar y orientar su conducta. Por eso “dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”
Hoy en esta mañana, en esta celebración litúrgica del día del Señor en que recibimos esa Palabra para ser iluminados, transfigurados, convertidos, se nos regala revestirnos un traje de justicia y misericordia y así conformar nuestra condicional moral de creyentes que “buscan siempre las fuentes de donde brota la vida verdadera” como reza hoy la oración de postcomunión.
Volvemos a sentir la necesidad del Espíritu del Señor que sana, cura, restaura nuestro hombre interior(impulsos, deseos, emociones, pensamientos) para guiar nuestra vida como “hijos de Dios renovados. La Palabra de Dios en la semana pasada (génesis) apuntaba al pecado del hombre de querer “ser como Dios”. O el detalle de Jesús en el evangelio que indicaba el interior del hombre donde se fraguan las maldades que éste puede cometer.
A un hombre un espíritu burlón le regalo 7 frascos de oro pero al último era incapaz de llenarlo por más dinero y robos que introducía en él.El rey hizo notar a aquel vasallo a quien encontraba triste y lánguido que seguramente había sido engañado por un espíritu burlón. Ve y libérate de los 7 tarros y quedaras libre.
Nosotros recibimos este impulso de libertad interior de parte del Señor. ¿Cuál es la fuente la raíz, el quicio de nuestra condición de hijos de la confianza en el Señor.El domingo pasado S.Pablo nos comunicaba el tesoro de su fe que le había transformado e impulsado a comunicarlo a los demás, especialmente a los gentiles: ”He recibido una tradición: Jesús murió, fue sepultado pero Dios lo resucitó y se ha aparecido a mí también ,el menor de los apóstoles. Y hoy, en el fragmento que ha sido proclamado,continúa: entonces cómo es que algunos dicen que los muertos no resucitan¡. Pues si esto es así…Jesús tampoco ha resucitado y vuestra fe no tiene sentido, todo es una locura, una nada, una desgracia. Pero no, Cristo ha resucitado¡ ,el primero de todos. De nuevo, queridos hermanos, el apóstol Pablo, en esta mañana, nos devuelve la esperanza más cierta y plenificadora: Jesús ha resucitado, vive entre nosotros y alimenta nuestra vida con su amor, su entrega y su consuelo.
Y ahora a Jesús resucitado lo volvemos imaginar en el monte de las bienaventuranzas,rodeado de una multitud ansiosa de escucharlo. Y nosotros no sumamos a esta multitud.Jesús articula su discurso con emoción y solemnidad :¡¡Dichosos los pobres(los necesitados de Dios y no dependientes de sus bienes ni ansiosos de tenerlos porque viven arraigados en su fe en el Dios vivo¡ )
Dichosos los que tienen hambre(y son capaces de compartir lo poco o mucho que tienen) porque serán saciados de justicia,verdad,bondad .
Dichosos los que lloráis con paciencia,fortaleza y energía apoyando y ayudando a los demás…Los que que sois excluidos por causa del Hijo, por defender la verdad,la justicia y el bien, especialmente de los más necesitados …Sentíos contentos porque la última palabra la tiene el amor, el Reino de Dios.
Ay¡ de los que os sentís contentos en vuestra cerrazón al amor y a la misericordia,Ay¡ de los satisfechos de vosotros mismos porque vuestra tragedia es no sentir nostalgia o necesidad de Dios, nuestra felicidad y bloqueais la llamada de Dios a vuestrta vida.
Concédenos vivir tu gracia de tal manera que merezcamos tenerte con nosotros; que la oblación nos purifique y nos renueve. Que busquemos siempre las fuentes de donde brota la vida verdadera.