SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
1ªLct.: Hch.5,12-16: Crecía el número de los creyentes.
Sal.117,2-4.22-24.24.25-27ª.:Dad gracias al señor porque es bueno
Apocalipsis 1,9-11ª.12-13.17-19:Estaba muerto y ya ves vivo por los siglos de los siglos.
Evangelio: Juan 20,19-31: A los ocho días se les apareció Jesús.
Los apóstoles tocados y afectados por el Espíritu de Jesús resucitado, prolongan la misma acción evangelizadora de Jesús: ”hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo” y esto suscitó la fe y la adhesión al Señor, de hombres y mujeres para integrar la comunidad de creyentes, la comunidad eclesial.
La gente sacaba a los enfermos a la calle para que al pasar Pedro, su sombra cayera sobre ellos y los curara como hacían con Jesús.”Y todos se curaban”.
El poder de Jesús resucitado realiza signos de curación y sanación, signos e misericordia y cercanía de Dios y signos proféticos de lo que será nuestra futura resurrección: hombres y mujeres sanos en la integridad de cuerpo y alma.
Con el salmista cantamos la Resurrección del Señor y reconocemos que “la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular(crucificado y muerto el Señor).El escándalo de la cruz para judíos y griegos es “poder de salvación para lo que creen”.
De ahí que el apóstol Juan en el fragmento del Apocalipsis “desterrado en Patmos por predicar la Palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús ,se sienta atribulado pero ahora confortado por la feliz visión que ha tenido: una figura humana, vestido con túnica larga y cinturón de oro en medio de 7 candelabros de oro(signo de la divinidad) que le dice :”No temas, yo soy el primero y el último .Estaba muerto y ya ves ahora vivo”. Esta preciosa visión de Jesús resucitado conforta y confirma a Juan, el discípulo amado, en su predicación de la Palabra de Dios.
Hemos escuchado también en estos días los relatos de las apariciones de Jesús resucitado a los suyos: María Magdalena, los de Emaús. Sorpresas, dudas, alegría, incredulidad, conmoción gozosa y testimonio potente. “Juan vio(el sudario y los lienzos colocados) y creyó. También las mujeres creyeron y fueron a anunciarlo y en los primeros momentos no las creyeron.
El acontecimiento de la Resurrección de Jesús desborda la vida de los apóstoles y su discípulos que han visto, han creído y ha cambiado su vida.
Hoy escuchamos otro testimonio de los apóstoles que, “reunidos con las puertas cerradas”, reciben la visita de Jesús poniéndose en medio de ellos y mostrándoles las manos y los pies. “Y se llenaron de alegría al ver al Señor” y reciben este saludo:” Paz a vosotros” ,”recibid el Espíritu Santo “,”como el Padre me envió así también os envío
Yo”.
Pero faltaba Tomás quien al recibir esta gran noticia: ”hemos visto al Señor”, la rechazó: ”Si no veo y todo sus manos y su costado no creo”. Quiere volver a ver al Jesús carnal como hace unos días cuando estaba con ellos…Pero ahora Jesús vive glorioso¡¡
Entonces Jesús “estando también cerradas las puertas” ,se muestra resucitado, superando la dimensión espacial y dirigiéndose a Tomás lo desborda con una prueba y una moción especial a su espíritu: toca¡toca¡ No seas incrédulo sino creyente¡ Y al punto Tomás se entrega:”Señor mío y dios mío”.
Esto es lo que nos sucede a nosotros dados a aceptar como real lo que vemos, palpamos, sentimos…lo visible. Pero hay un mundo invisible más real al que no podemos acceder sino es abandonándonos a la dimensión de lo divino, lo que está más allá ,que es más real que lo que nuestros sentidos pueden captar. Y ese acceso a lo invisible tiene otro camino de acceso:el de la fe que implica un abandonarse, un convertirse, un dejarse llevar por lo que es el fundamento de lo visible e invisible. ”Dichosos los que crean sin haber visto…Todo esto se os narra para que creyendo tengáis vida en su Nombre.
Estas celebraciones anuales de la Pascua nos traen gracias Señor, que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha redimido. Bautismo, confirmación y Eucaristía como sacramentos de la iniciación cristiana. Renovados `por la fe y el bautismo participemos de la eterna bienaventuranza. La fuerza del sacramento pascual persevere en nosotros.