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La parroquia trabaja y vive con dos etnias. En la zona del Río Marañon, los Kukama, y en el Río Urituyacu, los Kukama y los Urarinas.
En la labor pastoral de la Parroquia tienen una importancia especial los catequistas y los animadores cristianos, que tienen la función de acompañar a las comunidades en el día a día. «Cuidan la fe para que no se apague la llama y no se olviden de Dios. Son los que animan y presiden las celebraciones, en muchos casos».
«La fe se vive, como la vivían las primeras comunidades cristianas. Las reuniones, las catequesis y las celebraciones se hacen en casas particulares de personas que reciben al resto de la comunidad».
Protagonismo de los animadores
Hay dos por comunidad, mayoritariamente hombres, que trabajan en coordinación con los dos agustinos que atienden la Parroquia y reciben formación con los catequistas, dos veces al año.
«La nueva exhortación del Papa Francisco, «Laudate Deum», se trabajará en estas sesiones, en las que también se habla de cuestiones litúrgicas, de identidad indígena y de derechos humanos».
La Parroquia
La labor de la Parroquia Santa Rita de Casia, pero que todo el mundo conoce como Santa Rita de Castilla, por asimilación con el nombre del municipio, tiene tres prioridades
– Por una parte, la labor pastoral, de anunciar y celebrar la Buena Noticia.
– Por otra, la labor de promoción de los pueblos indígenas. En este sentido, es muy importante la asesoría permanente que se ofrece a las organizaciones indígenas para defender sus derechos; así como el acompañamiento y mediación ante las autoridades, que recurren a la Iglesia cuando surge cualquier conflicto.
– En tercer lugar, las actividades formativas, no solo con los animadores y catequistas. Son muy valorados los cursos de formación de la mujer y los que se llevan a cabo con jóvenes para prevenir la trata de personas. También son frecuentes talleres sobre cuestiones relacionadas con la salud y el cuidado.
Al hablar de la actividad de la Parroquia, todo lo que se hace está inserto en la pastoral de conjunto que se lleva a cabo en el Vicariato Apostólico de Iquitos, en coordinación con el obispo Mons. Miguel Ángel Cadenas, OSA.
La última acción que se está implementando en la Parroquia es retomar le red de corresponsales que existió en su día a lo largo del territorio parroquial. Dicho tema viene auspiciado por Radio Ucamara, una emisora católica con sede en la ciudad de Nauta, que supone un altavoz y un apoyo de la labor que la Iglesia desarrolla en la selva.
«Laudate Deum» y Amazonas
Las consecuencias del cambio climático urge a una conversión ecológica integral, especialmente a los católicos, a quienes recuerda que el cambio climático no es una invención y les invita a un mayor compromiso en el cuidado de la casa común.
«En el texto, el Papa dice que todo está conectado. Esto en la selva amazónica es muy evidente -afirma el misionero agustino-. Lo vemos cuando el hombre interviene con la tala, caza o pesca indiscriminada o con los derrames de petróleo».
En los últimos años ha habido nueve derrames de petróleo en los ríos Marañón y Urituyacu. Cuando esto sucede, la población, tiene que dejar de pescar, se queda sin medio de subsistencia y sin la base de su alimentación. En Santa Rita de Castilla no hay acceso al agua potable y cuando hay vertidos de petróleo en el río, comer pescado contaminado supone arriesgarse a sufrir parálisis, entre otras cosas, por no hablar de las consecuencias psicológicas.
«Si no hay la armonía con el entorno, llegan las enfermedades y se acentúan los problemas económicos», cuenta el agustino, que explica que en el momento que el líquido negro llega al río, la voz de alarma llega también a la Parroquia, que lo comunica a su vez al Departamento de Derechos Humanos del Vicariato y éstos a su vez contactan con la Administración. A partir de aquí, se pone en marcha un mecanismo lentísimo para paliar los efectos de la contaminación y que, debido a la corrupción, lejos de poner solución, agrava el problema.
Las tareas de limpieza y reparación son un reclamo y un modo de obtener dinero fácil. Esto provoca que en las zonas más perjudicadas surjan discotecas y otros establecimientos, donde los trabajadores alternan: «Son zonas que siempre han vivido con mucha paz y donde, de la noche a la mañana, crece el alcoholismo y los conflictos sociales. En paralelo a la acción de la administración, la Iglesia ayuda a los más afectados con recursos para, por ejemplo, potabilizar el agua. Es muy triste ver el cambio en zonas donde ha habido un equilibrio milenario con la naturaleza».
La luz de la fe
En el corto plazo, el impacto de este tipo de situaciones, tiene que ver con la enfermedad, la pobreza y el conflicto social. Pero en el medio plazo, estos accidentes son una condena para el futuro de determinados núcleos y se traducen en movimientos migratorios de la población indígena, que se ve obligada a viajar cuatro horas para poder pescar en zonas del río no contaminadas y, con el tiempo, terminan desplazándose a vivir a otro lugar. Cuando esto sucede, la tala indiscriminada de grandes empresas es más fácil, con el consecuente impacto medioambiental que tiene la reducción de la zona verde en el pulmón del planeta.
En la selva del Perú, los agustinos anuncian, denuncian y acompañan a la Iglesia local y a la sociedad en general, recordando, que nuestro Dios es un Dios de vivos, «por eso nuestra fe tiene que llevarnos a defender la vida y a cuidar la casa común, tal y como ha recordado en el documento el Papa Francisco».
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Historia de la parroquia
Hacia mitad del siglo pasado, los misioneros agustinos que por entonces laboraban en el Vicariato de Iquitos, por lo visto no estaban muy conformes con el servicio que hacían desde Nauta y se hicieron algunas preguntas, buscando la mejor forma de cumplir el mandato de Jesús. Y las respuestas los llevaron a abrir una nueva misión desde la cual atender lo que es el río Marañón, desde la desembocadura del río Tigre hasta el río Nucuray, un poco más arriba de la boca del río Huallaga.
Buscando el lugar más apropiado, lo encontraron en el Distrito de Parinari, el Fundo Castilla, propiedad del Sr. Santillán, quien, según cuenta la historia, en un principio dijo regalarlo y al final, después de pagárselo, no quería entregarlo. Fue el P. Benjamín Martínez Iglesias quien inició la misión, “rebautizando” el Fundo con el nombre de Sta. Rita de Castilla, en honor a la Santa agustina, Rita de Cascia, abogada de los imposibles, y bajo cuya protección puso la misión. Tanto el pueblo como la parroquia llevarán desde entonces el nombre de Santa Rita de Castilla.
La parroquia se funda el 7 de agosto de 1956 y su extensión es de 35,000 km2, abarcando los distritos completos de Urarinas y Parinari y una parte del distrito de Nauta. Las características de estos distritos es que son terrenos de Selva Baja, por lo tanto, inundables en su mayoría en las crecientes del río. También con frecuencia se producen deslizamientos de tierras, con los consiguientes perjuicios económicos, alimentarios y de salud que lleva a los moradores a un continuo cambio de lugar, con la pérdida de las chacras y las casas. La gran mayoría de los habitantes son agricultores, pero que al mismo tiempo cazan y pescan, la única manera de proveerse de carne y pescado.
En los años 80, se constituye un Equipo Misionero formado por 3 religiosos Agustinos y 4 religiosas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús. La Parroquia de Nauta y otros puestos de misión de la Selva ya llevaban unos años reflexionando sobre “el mandato de Jesús” desde los documentos del Concilio Vaticano II y Medellín, además de múltiples encuentros nacionales y regionales. La visión del Reino de Dios, de la misión, de la evangelización, las respuestas a lo largo y ancho de la Iglesia van cambiando, pues se pone más en el centro a la persona, a toda la persona, con su integridad, reconociendo “las semillas del Verbo” presentes en toda cultura, antes de que llegase el primer misionero y el primer anuncio.
El nuevo equipo misionero se plantea la formación integral del hombre y la mujer amazónicos, con el fin de que ellos mismos vayan encontrando las respuestas a sus propios interrogantes y las soluciones a sus necesidades, y de esta manera construya una sociedad y una iglesia amazónica, dentro del Perú y de la iglesia universal. Es una opción por los más necesitados, que intenta ayudarles a ser sujetos y creadores de su propia historia.
En enero del año 2017 nos dejaban las hermanas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón. Este acontecimiento hace que la pastoral recaiga completamente sobre la Orden de San Agustín. Durante estos últimos años la parroquia atiende a 60 comunidades cristianas comprendidas en los ríos Marañón y Urituyacu. Siguiendo la misma pauta que caracteriza el pasado de la parroquia se sigue dando un gran énfasis en la promoción de las comunidades por medio de los talleres: Cursos de animadores y catequistas, autoridades comunales, promoción de la mujer y un fuerte acompañamiento a las organizaciones indígenas desde la labor de asesoramiento. La pastoral Sacramental se convierte también en un acompañamiento a las comunidades por medio de las visitas. En ellas se entra en un contacto cercano y amistoso. Son muchos los retos que surgen en esta parte del planeta: Los megaproyectos y su repercusión, las migraciones a los grandes centros poblados la falta de vocaciones misioneras… hacen que se ponga la confianza y la esperanza en Dios.