Historia de la parroquia
Hacia mitad del siglo pasado, los misioneros agustinos que por entonces laboraban en el Vicariato de Iquitos, por lo visto no estaban muy conformes con el servicio que hacían desde Nauta y se hicieron algunas preguntas, buscando la mejor forma de cumplir el mandato de Jesús. Y las respuestas los llevaron a abrir una nueva misión desde la cual atender lo que es el río Marañón, desde la desembocadura del río Tigre hasta el río Nucuray, un poco más arriba de la boca del río Huallaga.
Buscando el lugar más apropiado, lo encontraron en el Distrito de Parinari, el Fundo Castilla, propiedad del Sr. Santillán, quien, según cuenta la historia, en un principio dijo regalarlo y al final, después de pagárselo, no quería entregarlo. Fue el P. Benjamín Martínez Iglesias quien inició la misión, “rebautizando” el Fundo con el nombre de Sta. Rita de Castilla, en honor a la Santa agustina, Rita de Cascia, abogada de los imposibles, y bajo cuya protección puso la misión. Tanto el pueblo como la parroquia llevarán desde entonces el nombre de Santa Rita de Castilla.
La parroquia se funda el 7 de agosto de 1956 y su extensión es de 35,000 km2, abarcando los distritos completos de Urarinas y Parinari y una parte del distrito de Nauta. Las características de estos distritos es que son terrenos de Selva Baja, por lo tanto, inundables en su mayoría en las crecientes del río. También con frecuencia se producen deslizamientos de tierras, con los consiguientes perjuicios económicos, alimentarios y de salud que lleva a los moradores a un continuo cambio de lugar, con la pérdida de las chacras y las casas. La gran mayoría de los habitantes son agricultores, pero que al mismo tiempo cazan y pescan, la única manera de proveerse de carne y pescado.
En los años 80, se constituye un Equipo Misionero formado por 3 religiosos Agustinos y 4 religiosas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús. La Parroquia de Nauta y otros puestos de misión de la Selva ya llevaban unos años reflexionando sobre “el mandato de Jesús” desde los documentos del Concilio Vaticano II y Medellín, además de múltiples encuentros nacionales y regionales. La visión del Reino de Dios, de la misión, de la evangelización, las respuestas a lo largo y ancho de la Iglesia van cambiando, pues se pone más en el centro a la persona, a toda la persona, con su integridad, reconociendo “las semillas del Verbo” presentes en toda cultura, antes de que llegase el primer misionero y el primer anuncio.
El nuevo equipo misionero se plantea la formación integral del hombre y la mujer amazónicos, con el fin de que ellos mismos vayan encontrando las respuestas a sus propios interrogantes y las soluciones a sus necesidades, y de esta manera construya una sociedad y una iglesia amazónica, dentro del Perú y de la iglesia universal. Es una opción por los más necesitados, que intenta ayudarles a ser sujetos y creadores de su propia historia.
En enero del año 2017 nos dejaban las hermanas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón. Este acontecimiento hace que la pastoral recaiga completamente sobre la Orden de San Agustín. Durante estos últimos años la parroquia atiende a 60 comunidades cristianas comprendidas en los ríos Marañón y Urituyacu. Siguiendo la misma pauta que caracteriza el pasado de la parroquia se sigue dando un gran énfasis en la promoción de las comunidades por medio de los talleres: Cursos de animadores y catequistas, autoridades comunales, promoción de la mujer y un fuerte acompañamiento a las organizaciones indígenas desde la labor de asesoramiento. La pastoral Sacramental se convierte también en un acompañamiento a las comunidades por medio de las visitas. En ellas se entra en un contacto cercano y amistoso. Son muchos los retos que surgen en esta parte del planeta: Los megaproyectos y su repercusión, las migraciones a los grandes centros poblados la falta de vocaciones misioneras… hacen que se ponga la confianza y la esperanza en Dios.